Fuiste tan especial para mí, tan mujer, tan tú, que dejaste tus huellas para siempre grabadas no sólo en mi piel si no en mi mente, en todos mis recuerdos tan llenos de ti, en cada una de mis palabras y mis actos y desde que llegaste a mi vida, aprendí a vivir sin dejar a quererte, de desearte como loco, de sentirte; en dos palabras… SIN OLVIDAR… cuando el tiempo pase inclemente y la vejes sin tregua me persiga, tal vez te encuentre por allí, bella, a pesar de los años; olvidaos los temores y los daños, me sentirás de algún modo presente y aunque no te lo diga tu sabrás que te extraño. Cuando uno de esos remolinos de remembranzas llenas de ti, una de esas tormentas de nostalgia en las que a veces me pierdo, no sí por loco o por cuerdo, por cuestiones del destino te traigan de nuevo a mí, sabrás que aún te recuerdo. Aunque algunos de mis escritos, imagen de mi sentir de hombre, testimonio de un amor jurado con verdad, con legitimo orgullo, con un dolor al que