Narra una antigua leyenda
sumergida en lo profundo,
que cuando Dios hizo al mundo
quería crear la mejor prenda,
para que en doquier se aprenda
su amor y su gran poder.
Creó la tierra con placer
y la cubrió con su cielo,
que era como inmenso velo
donde el sol podía correr.
Hizo la luna radiante
con su lámpara de plata
brillando con su luz alta.
Formó estrellas cual diamante
para alumbrar su semblante.
Al cielo cubrió de encanto
con un esplendor tan santo
que hoy se ve con emoción
y se admira con pasión
capaz de inspirar un canto.
A la selva dio rumores
y le entregó alas al viento
para eterno movimiento.
A las flores sus colores
para expresar mil amores.
Al pájaro dulces trinos
para alegrar los caminos.
Creó los mares con sus peces
y la tierra con cipreses,
envuelta en frutos divinos.
Pero Dios quería además
culminar su obra maestra
con un ser que fuera muestra
de luz, belleza y demás,
para expresar algo más.
Que en toda la primavera
lo más hermoso ella fuera.
Y así comenzó a formar
para darle envidia al mar
lo más lindo de su esfera.
Creó la mejor escultura
con su perfume de rosas
entre sedas vaporosas.
Le dio la dulce ternura
a su sonrisa más pura…
Y hoy todos pueden saber
que Dios a ese lindo ser
por su gracia y su belleza,
su lozanía y su grandeza,
le dio el nombre de MUJER.
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