Muchos creen que la victoria del presidente Hugo Chávez en las elecciones venezolanas aumentará su influencia en Latinoamérica, y envalentonará a otros presidentes que quisieran reelegirse indefinidamente.
Pero hay muy buenas razones para creer que el impulso político ganado por Chávez durará poco, y que este será geográficamente bastante limitado.
Tras la victoria de Chávez el 7 de octubre, que le permitirá permanecer en el poder otros seis años hasta el 2019, tanto sus seguidores como sus críticos parecen coincidir en que su triunfo dará nueva energía al populismo polarizador en toda Latinoamérica.
Durante una entrevista telefónica, desde Caracas, el viceministro de relaciones exteriores de Venezuela, Jorge Valero, me dijo que la victoria de Chávez marcará un punto de inflexión en América latina.
“Esta será una elección que va a tener un impacto mucho más profundo de lo que ha tenido hasta ahora la Revolución Bolivariana en todo el continente”, me dijo Valero. “Esta es una revolución, y este es un triunfo que creo incluso va a influir sobre otros continentes que ven, como en Europa, como la Revolución Bolivariana se está convirtiendo en una alternativa frente al capitalismo en su fase neoliberal”.
La victoria de Chávez le dará “un impulso renovado” a varios grupos diplomáticos que nacieron desde que el presidente venezolano asumió su cargo hace catorce años, tales como el ALBA, creado por Venezuela, la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), y la recientemente creada Comunidad de Estados Sudamericanos y del Caribe (CELAC), me dijo Valero.
El inicio de un nuevo período de Chávez, en 2013, coincidirá con el cambio de la presidencia rotativa del UNASUR, que pasará de Chile a Cuba. Ambos factores contribuirán a reforzar la influencia diplomática de Venezuela y Cuba en la región, añadió.
¿El hecho de que un 45 por ciento de los venezolanos hayan votado por la oposición —a pesar de jugar con todas las reglas en contra y tener que luchar contra un presidente que acaparó todos los poderes – llevará al presidente a dialogar con la oposición, o a radicalizar su revolución?, le pregunté.
“La señal que ha dado el pueblo venezolano es que es necesario avanzar en la construcción de una sociedad igual”, dijo Valero. “Y es por eso que hoy existe un espacio mayor para avanzar en la búsqueda de una sociedad democrática basada en la justicia social”.
En el resto de Latinoamérica, la victoria de Chávez alentará a varios otros presidentes —tales como la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner— a cambiar sus constituciones y a buscar la reelección indefinida, así como a redoblar sus esfuerzos para silenciar a los medios críticos, señaló el diario español El País el lunes. Muchos analistas latinoamericanos coinciden con ese pronóstico.
Mi opinión: No hay duda de que Chávez ganó un respiro a nivel interno y externo con su victoria electoral. Pero no creo que pueda recuperar la influencia regional que tenía hace cinco o seis años.
En primer lugar, el hecho más notable de las recientes elecciones es que el líder opositor Henrique Capriles haya ganado alrededor del 45 por ciento de los votos pese a que Chávez tenía millones de votos cautivos de empleados públicos y personas que recibieron subsidios estatales antes de las elecciones, y a pesar de que el presidente tuvo un control casi total del tiempo televisivo.
A pesar de 14 años de poderes casi absolutos, Chávez es más débil hoy que seis años tras, cuando la oposición ganó tan sólo el 36 por ciento de los votos.
En segundo lugar, la victoria de Chávez no se traducirá automáticamente en un creciente club de presidentes vitalicios ni en un auge de la influencia chavista a nivel regional, entre otras cosas porque la influencia de Chávez siempre ha sido directamente proporcional a los precios del petróleo, y estos últimos no están en alza, ni prometen subir mucho.
Cuando Chávez asumió la presidencia, el barril de petróleo valía 9 dólares. En 2008, cuando el precio del petróleo subió hasta casi 150 dólares el barril, Chávez estaba en su apogeo, viajando por el mundo regalando petrodólares para promover su modelo narcisista-leninista, y buscando una banca en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Ahora, con el petróleo a alrededor de 100 dólares el barril, y con la perspectiva de tener que anunciar una maxi-devaluación de la moneda después del derroche en que incurrió para ganar las elecciones, Chávez deberá dedicar mucho tiempo a resolver sus problemas internos, como la inflación, altísimos índices de criminalidad y cortes de electricidad que resultan vergonzosos en un país petrolero.
Tendrá que hacer frente simultáneamente a una economía en declive, una oposición que aumenta gradualmente, su incierto estado de salud y el desgaste de catorce años en el poder. Salvo un inesperado aumento del precio del petróleo, Chávez va a estar demasiado ocupado tratando de mantener las luces encendidas en casa.
Andrés Oppenheimer
aoppenheimer@elnuevoherald.com
Fuente: El Nuevo Herald (Miami)
Pero hay muy buenas razones para creer que el impulso político ganado por Chávez durará poco, y que este será geográficamente bastante limitado.
Tras la victoria de Chávez el 7 de octubre, que le permitirá permanecer en el poder otros seis años hasta el 2019, tanto sus seguidores como sus críticos parecen coincidir en que su triunfo dará nueva energía al populismo polarizador en toda Latinoamérica.
Durante una entrevista telefónica, desde Caracas, el viceministro de relaciones exteriores de Venezuela, Jorge Valero, me dijo que la victoria de Chávez marcará un punto de inflexión en América latina.
“Esta será una elección que va a tener un impacto mucho más profundo de lo que ha tenido hasta ahora la Revolución Bolivariana en todo el continente”, me dijo Valero. “Esta es una revolución, y este es un triunfo que creo incluso va a influir sobre otros continentes que ven, como en Europa, como la Revolución Bolivariana se está convirtiendo en una alternativa frente al capitalismo en su fase neoliberal”.
La victoria de Chávez le dará “un impulso renovado” a varios grupos diplomáticos que nacieron desde que el presidente venezolano asumió su cargo hace catorce años, tales como el ALBA, creado por Venezuela, la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), y la recientemente creada Comunidad de Estados Sudamericanos y del Caribe (CELAC), me dijo Valero.
El inicio de un nuevo período de Chávez, en 2013, coincidirá con el cambio de la presidencia rotativa del UNASUR, que pasará de Chile a Cuba. Ambos factores contribuirán a reforzar la influencia diplomática de Venezuela y Cuba en la región, añadió.
¿El hecho de que un 45 por ciento de los venezolanos hayan votado por la oposición —a pesar de jugar con todas las reglas en contra y tener que luchar contra un presidente que acaparó todos los poderes – llevará al presidente a dialogar con la oposición, o a radicalizar su revolución?, le pregunté.
“La señal que ha dado el pueblo venezolano es que es necesario avanzar en la construcción de una sociedad igual”, dijo Valero. “Y es por eso que hoy existe un espacio mayor para avanzar en la búsqueda de una sociedad democrática basada en la justicia social”.
En el resto de Latinoamérica, la victoria de Chávez alentará a varios otros presidentes —tales como la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner— a cambiar sus constituciones y a buscar la reelección indefinida, así como a redoblar sus esfuerzos para silenciar a los medios críticos, señaló el diario español El País el lunes. Muchos analistas latinoamericanos coinciden con ese pronóstico.
Mi opinión: No hay duda de que Chávez ganó un respiro a nivel interno y externo con su victoria electoral. Pero no creo que pueda recuperar la influencia regional que tenía hace cinco o seis años.
En primer lugar, el hecho más notable de las recientes elecciones es que el líder opositor Henrique Capriles haya ganado alrededor del 45 por ciento de los votos pese a que Chávez tenía millones de votos cautivos de empleados públicos y personas que recibieron subsidios estatales antes de las elecciones, y a pesar de que el presidente tuvo un control casi total del tiempo televisivo.
A pesar de 14 años de poderes casi absolutos, Chávez es más débil hoy que seis años tras, cuando la oposición ganó tan sólo el 36 por ciento de los votos.
En segundo lugar, la victoria de Chávez no se traducirá automáticamente en un creciente club de presidentes vitalicios ni en un auge de la influencia chavista a nivel regional, entre otras cosas porque la influencia de Chávez siempre ha sido directamente proporcional a los precios del petróleo, y estos últimos no están en alza, ni prometen subir mucho.
Cuando Chávez asumió la presidencia, el barril de petróleo valía 9 dólares. En 2008, cuando el precio del petróleo subió hasta casi 150 dólares el barril, Chávez estaba en su apogeo, viajando por el mundo regalando petrodólares para promover su modelo narcisista-leninista, y buscando una banca en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Ahora, con el petróleo a alrededor de 100 dólares el barril, y con la perspectiva de tener que anunciar una maxi-devaluación de la moneda después del derroche en que incurrió para ganar las elecciones, Chávez deberá dedicar mucho tiempo a resolver sus problemas internos, como la inflación, altísimos índices de criminalidad y cortes de electricidad que resultan vergonzosos en un país petrolero.
Tendrá que hacer frente simultáneamente a una economía en declive, una oposición que aumenta gradualmente, su incierto estado de salud y el desgaste de catorce años en el poder. Salvo un inesperado aumento del precio del petróleo, Chávez va a estar demasiado ocupado tratando de mantener las luces encendidas en casa.
Andrés Oppenheimer
aoppenheimer@elnuevoherald.com
Fuente: El Nuevo Herald (Miami)
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