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Descubre cuáles son las zonas erógenas masculinas

Publicado en Cosmohispano.com
El cuello, la oreja, el pecho, la parte baja de la espalda y, por supuesto, los genitales. El cuerpo del hombre está lleno de zonas erógenas. Ahora sólo tienes que descubrirlas y aprender qué puedes hacer en cada una de ellas.
Zonas erógenas masculinas
No hace falta ser un genio para saber cuál es el lugar de su cuerpo que tu pareja espera que colmes de atenciones y mimos varios. Pero por fortuna en la anatomía masculina hay otros tantos puntos lujuriosos que, debidamente estimulados, llevarán a tu pareja a cotas de placer superiores a las que está acostumbrado. Según Ian Kerner, autor de Ellas llegan primero (Punto de lectura): “Estimular estos puntos le resultará superplacentero y creará cierta tensión sexual que incrementará el flujo sanguíneo en dirección a los genitales. Esta excitación intensificará sus contracciones pélvicas y potenciará el orgasmo”. El hecho de que sean sitios inesperados en donde es muy probable que nunca antes le hayan tocado añade una dosis de picante y se convierte en una de las zonas erógenas masculina. He aquí el mapa de sus puntos escondidos más potentes y la guía para activarlos al máximo.
Su punto G
La próstata del hombre (esa glándula del tamaño de una avellana que se localiza bajo su vejiga) es el botón mágico para volverlo loco de placer. Para estimularlo, mientras le das sexo oral o durante la penetración, coloca dos dedos sobre la piel que está entre sus testículos y el ano. Tal y como explica Kerner: “Su próstata está situada en ese punto, aunque en el interior del cuerpo. Al presionar justo ahí lo que haces es rozarla de forma indirecta”. Cuando sientas que tu pareja está a un paso del orgasmo, presiona el área rítmicamente una vez por segundo hasta que llegue al clímax. Y si quieres, y él se atreve con una técnica más potente, estimúlale analmente. Cuando estéis en la postura kamasutra del misionero o en la de la cuchara (de lado), acaríciale alrededor de su “puerta trasera”. Si no se queja ni pierde intensidad en la erección, es que tus movimientos le gustan.
¿Quieres dar un paso más? Pregúntale si puedes penetrarle. A unos tres centímetros de profundidad y hacia la parte delantera de su cuerpo sentirás una protuberancia redonda, ésa es la próstata. Puedes tocarla ligeramente o acariciarla con la punta del dedo, con movimientos rápidos y firmes o más lentos. No olvides tener las uñas cortas, usar mucho lubricante y estar pendiente de su reacción.
Su punto C
La oreja también tiene su punto G y, concretamente, el borde exterior de la misma, es otra zona superexcitante. “Esta firme prominencia cartilaginosa en forma de C alberga una gran cantidad de nervios”, explica Barbara Keesling, autora de “Cómo volver loca a la mujer en la cama” (Robinbooks). Bésale en el cuello lentamente y ve desplazando tus labios hacia la parte trasera de la oreja. Apoya los labios en la zona alta del pabellón auditivo y recorre el borde de modo que roces la parte trasera y delantera de la oreja al mismo tiempo. Cuando sientas que su nivel de excitación está a tope, habrá llegado el momento de mordisquear y succionar su punto C. ¿Un toque extra? Acaríciale los genitales al mismo tiempo y con el mismo ritmo. Lo volverás loco porque es una de las zonas erógenas masculinas más demandadas por ellos.
Su punto 8
Este rincón es una bomba de placer . Coloca el dedo en la base de su pene, en el punto exacto donde se une a los testículos. “Esta zona está recubierta de un tejido igual de sensible y eréctil que el del pene”, señala Kerner. Dibuja con la punta del dedo un anillo alrededor de la base de su miembro (ésa es la parte superior del ocho), entonces dibuja otro alrededor de su escroto justo en donde se adhiere al cuerpo (ésa es la parte inferior).
Durante los juegos sexuales previos dibuja ese ocho imaginario con el dedo o estimula una mitad con la lengua mientras acaricias la otra. Para multiplicar las sensaciones, alterna los movimientos y así no sabrá qué es lo que vas a hacer a continuación. Haz círculos con la lengua alrededor de los testículos, esta es otra manera de excitar esas zonas erógenas masculinas y, al mismo tiempo, presiona suavemente la base del pene. Este pinzamiento retiene la sangre en la zona y prolonga la excitación un poco más. Otras ideas sexys: sujeta una taza de agua caliente durante unos segundos y después coloca tus manos tibias sobre la zona. El calor intensificará la sensación de cada movimiento.
El punto W
Dile a tu pareja que se tumbe boca arriba, siéntate sobre él y coloca un dedo en uno de los laterales del pecho. Recorre el borde de su pectoral hacia abajo, desplaza el dedo hacia el centro y después hacia arriba para hacer el mismo movimiento pero a la inversa en el otro lado. Esta postura kamasutra es como si dibujaras una v doble. Empieza con una caricia firme (ponte un poco de lubricante en la yema del dedo para que el roce de la piel sea más placentero) y luego repite el movimiento de forma más suave, con la mano o con la lengua. Cuanto más despacio le toques más excitarás todos los nervios que están bajo la piel. Alterna las caricias hacia delante y hacia atrás a lo largo de todo el punto W y no te olvides de prestar especial atención a sus pezones. Aumenta la presión y tócalos cada vez un poco más fuerte para que se concentre más sangre en la zona y la sensación de placer se intensifique.
El punto F
En uno de los lados del pene, justo por debajo del glande, hay una línea fina extremadamente sensible: el frenulum o frenillo. Es cierto que muchas mujeres tocan el punto F durante el sexo, pero la mayoría ignora cuál es la mejor técnica para estimularlo igual que se estimula el punto G. Cuando le practiques sexo oral procura que tus dedos estén sobre el frenillo.
Mueve la mano y la boca al mismo tiempo hacia delante y hacia atrás, asegurándote de llegar hasta la punta del pene para rozar el punto F en cada movimiento. Y durante el coito, por ejemplo, colócalos en una postura (como el misionero o estilo perrito) en la que sea él quien haga casi todo el movimiento a la hora de penetrarte. De esta forma él se ocupará de que su frenillo consiga la máxima fricción.
El punto X
Dile a tu pareja que se tumbe boca abajo con las piernas juntas. Verás que la hendidura que queda entre sus nalgas (el pliegue en el que cada nalga se encuentra con la parte posterior de sus muslos más los pliegues de la parte interior de sus muslos) forma una X. “Acariciar el punto X es excitante porque te acercas al ano, al perineo y a los testículos sin tocarlos directamente”, dice Keesling.
Dale un masaje en la espalda y desliza las manos hasta el trasero. Presiona con cada mano el pliegue de ambas nalgas (donde se unen con los muslos) y, poco a poco, acerca los dedos entre sí.
Cuando se encuentren en la mitad desliza un dedo en dirección a la espalda mientras que con el otro presionas hacia la zona interna de los muslos. Alterna los movimientos para mantener el factor sorpresa y, para poner la guinda, lámele el centro de su punto X o su punto G, justo donde las dos líneas se cruzan.
El punto R
Los testículos son extremadamente sensibles y, de hecho, hay un pequeño punto que, bien estimulado, le lleva al placer total antes que cualquier otro roce. Se trata de esa línea que recorre el centro de su escroto de arriba abajo. Pero también es verdad que es un punto tan sensible que hay hombres que lo encuentran maravilloso y otros que ni locos se dejan tocar. Así que experimenta de qué tipo es tu chico tocándole ahí suavemente mientras le acaricias el pene durante los juegos previos.
Si se pone tenso o deja de jadear está claro que has de parar. Si, en cambio, le gusta, puedes lamerle en la zona donde el escroto se une al cuerpo. Continúa deslizando la lengua hasta llegar a la cabeza del pene y ya verás como en cuestión de segundos tu chico estará directamente en el nirvana.
El punto 0
Según los textos tántricos un ligero masaje en la rabadilla despierta el “kundalini” o energía sexual. En la base de la columna vertebral hay una pequeña protuberancia repleta de terminaciones nerviosas conectadas directamente con los genitales, igualito que el G. Por eso, acariciar esta zona es una buena manera de estimularle.
Dile que se tumbe boca abajo, coloca los pulgares sobre el punto O y muévelos en círculos pequeños. Después, bésale o lámele sobre el dibujo de la columna vertebral mientras continúas dándole ese intenso masaje en la parte baja de la espalda. Presiona de forma constante y ve alternando los movimientos firmes con otros más delicados. Cuando termines, te darás cuenta de que su columna no es la única parte del cuerpo que está dura.

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